La voz
La precisión con la que percibimos y analizamos un sonido condiciona nuestra capacidad de reproducirlo. Una emisión vocal de calidad exige también una buena escucha propia, es decir, requiere que uno escuche su propia voz para medir la exactitud, la calidad y la intensidad.
El sonido de nuestra voz se transmite principalmente al oído por la vibración de los huesos de nuestra cabeza: se trata de la conducción ósea. Se opone a la conducción aérea, es decir, al sonido procedente del exterior. El cerebro analiza este sonido que, a su vez, ordena un ajuste del gesto vocal. Existe, pues, un vaivén permanente entre nuestro oído, nuestro cerebro y nuestra voz. Es el principio mismo del bucle natural audiovocal. Cuando este bucle está alterado, normalmente por motivos emocionales o cognitivos, se ven afectadas tanto nuestra escucha como, finalmente, nuestra voz. De hecho, esta alteración puede acabar modificando el ritmo, el timbre, el color o la intensidad.
Como resultado, se entorpece el deseo de comunicar, genera dificultades para tomar la palabra, poca fluidez verbal, imprecisión e inexactitud, una falta o desequilibrio del timbre que deriva en afonía, sonidos agudos o excesivamente nasales, en una falta de expresividad de la voz o en la pérdida del control de la intensidad.
Al trabajar activamente en el bucle audiovocal por conducción ósea y aérea, el Método Tomatis® se propone precisamente restablecer la relación entre el cerebro, el oído y la voz.
El lenguaje
El Método Tomatis®, debido a su efecto en la relación oído-voz-cerebro, también resulta útil para las personas que presentan un retraso en la adquisición del lenguaje. De hecho, el lenguaje verbal está determinado por una compleja cadena de sonidos articulados y organizados a partir de un ritmo bien definido. Dicho ritmo se basa en la altura y duración de las frecuencias emitidas, así como en la intensidad de cada sonido. El ritmo de una lengua depende, principalmente, de los acentos tónicos que se encuentran al inicio de cada palabra y en las vocales largas. La palabra depende de nuestra capacidad de gestionar conscientemente estos sonidos. Es lo que se llama “la consciencia fonológica”. La inexistencia de la consciencia fonológica se convierte, por tanto, en una dificultad para percibir y manipular los sonidos del lenguaje.
El Método Tomatis®, al tratar instantáneamente la voz del sujeto y transmitirla por conducción ósea y aérea, favorece la percepción de los sonidos fundamentales del lenguaje y puede ayudar a los niños que sufren un trastorno del lenguaje si se acompaña del tratamiento profesional correspondiente.