Alfred Tomatis fue un otorrinolaringólogo que dedicó toda su vida a estudiar las estrechas relaciones existentes entre la voz, el cerebro y el oído. Su trabajo provocó una auténtica revolución ya que permitió comprender cómo el individuo se comunica consigo mismo y con los demás. Pionero de las ciencias cognitivas, Alfred Tomatis dejó una huella imborrable tanto por sus descubrimientos como por su personalidad fuera de lo común. Todavía se evalúa la importancia de su herencia teniendo en cuenta las últimas investigaciones sobre la plasticidad cerebral. Por ello, en 2016, el famoso neurólogo Norman Doidge le dedicó un sentido homenaje en su última obra “The Brain’s Way of Healing”. ¡Viajemos en el tiempo!
Alfred Tomatis (1920-2001) fue un otorrinolaringólogo e investigador francés que creó el método epónimo. Sus trabajos provocaron una auténtica revolución en la comprensión del oído y supusieron un antes y un después en el enfoque de los trastornos motores, emocionales y cognitivos.
Nacido en Niza, Alfred Tomatis creció en una familia de cantantes. Tanto su abuelo como, posteriormente, su padre, Humbert Dante Tomatis, desarrollaron una brillante carrera lírica y se rodearon de los mejores cantantes de su tiempo. Con once años, el padre de Alfred decide mandarle a París para que curse sus estudios. El niño indisciplinado que había sido hasta entonces, se convierte en un joven estudioso que pronto siente la vocación de médico. Tras concluir los estudios de Medicina, elige la especialidad de Otorrinolaringología y, obviamente, su primera clientela privada estuvo formada por cantantes líricos amigos de su padre con problemas vocales.
El joven médico residente destinado en los hospitales de París (Bichat y, posteriormente, Bretonneau), se enfrenta a los horrores de la guerra tras el bombardeo de la capital en 1943. Una vez concluido el conflicto, es nombrado médico especialista de los Arsenales Aeronáuticos para que evalúe la audición de los obreros que están expuestos diariamente al ruido de los motores de los aviones y sufren sordera profesional. Entonces observa que las alteraciones del oído se acompañan sistemáticamente de una deficiencia vocal. Rápidamente relaciona los perfiles audiométricos de los obreros con los de los cantantes cuya voz, forzada al máximo, puede alcanzar el mismo número de decibelios que un motor de avión. Como los obreros, los cantantes han dañado su voz deteriorando su audición. Esta constatación le lleva a formular la existencia de un bucle audiovocal según el cual “la voz solo reproduce lo que el oído escucha”.
Alfred Tomatis detecta una diferencia fundamental entre la audición y la escucha: la audición solo incluye la recepción pasiva del sonido. Por su parte, la escucha consiste en seleccionar la información sensorial para dotarla de sentido. En aquel momento, diseña un aparato capaz de reeducar la escucha gracias a un sistema de báscula electrónica del sonido: se trata del Oído Electrónico.
En 1957, presenta los fundamentos de su Método en la Academia de las Ciencias de París. Actualmente, se conocen con el nombre de “Las Leyes Tomatis”. Estas leyes establecen lo siguiente:
En 1958, Alfred Tomatis presenta su primer Oído Electrónico en la Exposición Universal de Bruselas. Se le otorga la medalla de oro de investigación científica.
Para entonces, el doctor ya es padre de familia. Tuvo cinco hijos, entre ellos Christian, quien tras cursar Psicología, forma parte de la empresa familiar durante varios años. En esa época el joven ayuda a su padre y manifiesta una gran curiosidad por sus trabajos de investigación.
Y es que Alfred Tomatis continúa con la investigación. De hecho, colabora con numerosas universidades, situadas en Sudáfrica o en Canadá, y observa que el oído desempeña un papel fundamental en la postura y en el equilibrio, así como en la tonicidad muscular. Formula una hipótesis sobre la lateralidad auditiva y la existencia de un oído dominante. Por último, es uno de los primeros en señalar que el feto escucha la voz de su madre desde la decimoctava semana de gestación y que el oído interviene en su desarrollo cognitivo. Establece entonces que la escucha intrauterina es determinante para el desarrollo afectivo y emocional. Las interacciones que descubre entre otorrinolaringología y psicología dan lugar a la creación de una nueva disciplina: la audiopsicofonología.
Estas investigaciones y ensayos clínicos concluyentes le impulsan a ampliar los campos de aplicación de su Método: la atención, el aprendizaje, la voz y el lenguaje, el control de las emociones, la coordinación y la motricidad, los trastornos del espectro autista… Propone un acompañamiento a los excluidos por la Medicina clásica y triunfa en aquello en lo que las terapias tradicionales habían fracasado. Ayuda, por tanto, a las personas que padecen trastornos importantes, logrando cambiar sus vidas y la de sus familias. Para ello, desarrolla su estructura y se rodea de brillantes profesionales del mundo médico y de la psicología. Por ejemplo, trabaja durante un tiempo con la pediatra y psiquiatra francesa Françoise Dolto. Su centro, sito en la avenida de Courcelles, lo organiza con la precisión de un director de orquesta para recibir a una clientela internacional creciente y diversa.
Es imposible mencionar todas las personalidades que cruzaron las puertas del centro de Alfred Tomatis. Entre ellas María Callas quien, en su mayor apogeo, vino en dos ocasiones para “poner su voz en su sitio”. Estaba convencida de que su voz estaba relacionada con su oído. En 1965, el profesor de arte dramático Jean-Louis Cochet, amigo de Alfred, le presenta a uno de sus alumnos: un tal Gérard Depardieu. Éste sufre importantes dificultades del lenguaje y su talento latente no lograr aflorar. Años más tarde, aportaría un testimonio conmovedor sobre sus inicios y su experiencia con el Método Tomatis®.
Alfred Tomatis publica 14 obras de gran éxito, entre las que destacan L’oreille et le langage (1963), L’Oreille et la vie (1977), L’Oreille et la voix (1987), Les Troubles scolaires (1988), Neuf mois au Paradis (1989), Pourquoi Mozart ? (1991) … En ellas, Tomatis explica su enfoque y se dirige directamente a un público lego, lo que suscitó una crítica feroz por parte de algunos de sus compañeros que no estuvieron de acuerdo con esta decisión.
Durante su carrera, el doctor Tomatis fue un personaje admirado y a la vez controvertido, debido a sus intuiciones que no pudo siempre demostrar en una época en la que la comprensión del cerebro estaba en sus albores. También fue admirado ya que la única demostración que le importó fue la de cambiar vidas. Por seguir su instinto y defender sus ideas con firmeza, Alfred Tomatis demostró un carácter fuerte aunque se le criticó a menudo. Cansado de las constantes críticas de sus homólogos a sus intuiciones y, sin duda por provocación, presentó su dimisión en el Colegio de Médicos en 1974 antes de ser, lógicamente, expulsado. Posteriormente, fue condenado por seguir usando su aparato audiométrico a pesar de no ser médico.
Como nadie es profeta en su tierra, el Método Tomatis® tuvo una mejor acogida en el extranjero. Para presentar su Método, Alfred Tomatis recorrió el mundo con su mujer Léna y dio cursos y conferencias en las universidades más prestigiosas. Bajo su paraguas, abrieron centros de aplicación del Método Tomatis® en toda Europa, Canadá, los Estados Unidos, Sudáfrica, Japón… Consciente de las posibles derivas a las que se expone su Método, desea preservar su originalidad e integridad. Por ello, propone a los profesionales una formación avanzada, patenta sus aparatos y protege su nombre y conocimientos bajo una marca mundialmente reconocida y regulada por contratos de licencia.
Recurre a uno de sus amigos, el pintor y escultor Edgar Pillet, para diseñar el símbolo de su organización que se convertirá, posteriormente, en el logotipo oficial de Tomatis®, registrado en más de setenta países. Mediante curvas generosas y ángulos puntiagudos, el artista logra equilibrar los trazos de un órgano tan antiestético como vital: “el pabellón del oído”. En su origen, la obra se grabó en piedra rugosa para destacar los contornos y ondulaciones de un órgano que esconde, en su interior, el misterio de la escucha. Alfred Tomatis veía en la forma y en el relieve del oído, los del propio feto. Todo un símbolo cuando sabemos la importancia que tiene este órgano en nuestro desarrollo en el vientre materno.
Alfred Tomatis falleció en diciembre de 2001, tras haber legado a su hijo Christian Tomatis y a Thierry Gaujarengues su organización y una importante herencia intelectual y científica. Christian Tomatis y posteriormente Thierry Gaujarengues, actualizaron la empresa consiguiendo que el Método sea más accesible, innovador y eficaz.
Los descubrimientos de Alfred Tomatis sobre el oído y la estimulación sonora dejaron una huella indeleble en el ámbito de la estimulación neurosensorial. Desde sus inicios, Alfred Tomatis se convirtió en una fuente de inspiración para numerosos programas alternativos. Ninguno de estos derivados consigue el efecto Tomatis® aunque, a menudo, reivindiquen lo contrario.
Al apasionarse por las relaciones entre el oído, la voz y el cerebro y al formular la plasticidad de este último, desarrolló una investigación pionera en el campo de las neurociencias. Los avances logrados recientemente otorgan a su intuición un reconocimiento científico póstumo. Actualmente, se reconoce que el Método Tomatis® es una ayuda complementaria eficaz para tratar los trastornos del comportamiento, las emociones, el lenguaje y la voz. No podemos más que aplaudir la determinación de Alfed Tomatis al optar por seguir su instinto. En su libro “The Brain’s Way of Healing”, el prestigioso psiquiatra Norman Doidge le dedica un sentido homenaje puesto que describe los beneficios del Método Tomatis® en un destacado capítulo. Actualmente, su Método se ha convertido en una herramienta única y poderosa, a la que recurren escuelas, universidades, hospitales y docentes para ayudar al mayor número de personas posible.
Desde el año 2000, el director de la empresa es Thierry Gaujarengues, quien tiene por objetivo conciliar la tradición con la innovación. En 2009, se sumó a esta labor Grégoire Tomatis, nieto del fundador e hijo de Christian Tomatis. Tal y como comentó su mujer hace unos años, sin duda alguna Alfred Tomatis estaría orgulloso de los avances de su Método. Por supuesto, estaría satisfecho de la innovación tecnológica de sus herramientas, de su expansión por el mundo, del número creciente de profesionales formados en su aplicación y, sobre todo, del número de personas al que ayuda diariamente.
De hecho, al menos 200.000 personas se benefician, anualmente, del Método Tomatis® en los cinco continentes.